Estamos finalizando el mes de la familia y es bueno que reflexionemos sobre la importancia que ésta tiene en la construcción de nuestra sociedad, una sociedad capaz de formar a personas de manera integral. La familia, por excelencia, es el lugar de una convivencia feliz y solidaria. A pesar de tantos cambios que hemos vivido en los últimos tiempos, la familia sigue siendo la base de la estabilidad de una sociedad.
La familia, en primer lugar, es la base del crecimiento afectivo de todos los individuos. Es el primero espacio de socialización, en el cual la persona adquiere aptitudes personales y los valores fundamentales para una convivencia armoniosa en el ambiente en que debe desempeñarse. Es bueno que tengamos en cuenta algunas claves esenciales en nuestra convivencia cotidiana para que nuestra vida de familia sea un espacio de alegría y gozo, y que en ella se cimienten los verdaderos pilares para que tengamos una sociedad basada en los valores del Evangelio.