Fue ésta una de las invitaciones del papa Benedicto XVI a
los jóvenes. Sin duda que en estos tiempos difíciles que vivimos es
bueno reflexionar sobre la alegría del corazón, ante tantas situaciones
cotidianas que opacan la alegría interior. Y esta realidad afecta a uno
de los sectores más frágiles: la juventud.
Recibir
y conservar el don de la alegría es un arte y realmente es un don
espiritual que hay que fortalecerlo para que no sea pasajero. San Pablo
nos anima a vivir profundamente esta alegría cuando nos dice: “Estén
siempre alegres en el Señor: se lo repito, estén siempre alegres y den a
todos muestras de un espíritu muy abierto. El Señor está cerca. No se
inquieten por nada: antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones
a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios,
que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y
sus pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4, 4-7).